Por José Antonio Fernández F. José Antonio Fernández: ¿En qué momento surge tu idea de ser un actor de doblaje de voz? Humberto Vélez: Cuando era muy chico, yo vivía en Tehuacán, Puebla. Mi tía Alicia me llevaba la revista Tele-Guía. Me gustaba leer una columna de Chucho Gallegos, que se llamaba "Abismo, entre voces e imágenes". Era una página. Del lado izquierdo de la plana, publicaba el retrato de un actor gringo con su biografía. Aparecían estrellas de series de televisión de entonces, como Los Munsters o Los locos Adams. Y del lado derecho, publicaba la foto del actor mexicano que doblaba la voz al español de esa estrella. Debajo escribía la biografía del doblista. Ahí descubrí que existía el doblaje. Yo tenía 11 años. A partir de entonces me empecé a fijar en las voces y me gustó el manejo de la voz. Yo me lo explico así: fue un llamado, sentí que eso era lo que a mí me gustaba. Cuando mi tía Alicia llevaba el Tele-Guía, yo sólo leía esa sección de Chucho Gallegos. Ahí descubrí a muchos de los actores con los que trabajé después. Por el Tele-Guía me enteré que la voz de Pedro Picapiedra la hacía Jorge Arvizu, el Tata. Es un doblaje extraordinario hecho por un artista. Cuando supe que la voz de Pedro Picapiedra estaba doblada, confirmé lo que quería hacer en la vida. El maestro Arvizu doblaba también al Súper Agente 86 y a Benito Bodoque, entre muchos otros.
José Antonio Fernández: ¿Te inscribiste en alguna escuela para estudiar actuación? Humberto Vélez: Ese llamado de los once años se me olvido por un tiempo y no le hice mayor caso. La insistencia familiar me llevó a estudiar Derecho. Cuando me tocó ir a consultar un expediente en el Tribunal, casi vomito. Era un caso de un indio de la sierra de Oaxaca que había perdido un expediente de cambio de nombre. Su asunto no sólo no se resolvió, sino que terminó perdiendo sus tierras en el juicio porque su nombre había sido mal registrado. No me sentí bien. No era mi vocación.
José Antonio Fernández: ¿Qué haces entonces para convertirte en actor? Humberto Vélez: Tiempo atrás yo había estudiado arte dramático en Estados Unidos, en Dayton, Ohio. Hablé con mis papás, les dije que mi vida no era ser abogado y que regresaría a la escuela de actuación. Me inscribí a la Academia Andrés Soler y ahí me sentí feliz. Sin embargo, debo decir que volví a olvidar el doblaje. En ese momento todos los que estudiábamos en la Andrés Soler, incluyendo a los maestros, aspirábamos a ser actores de teatro, televisión y, sobre todo, de cine. El cine mexicano en los setentas vivío una muy buena época. Era artístico.
José Antonio Fernández: ¿Conseguiste ser actor de cine? Humberto Vélez: El problema es que el físico con el que yo fui dotado, no daba para el cine. No tenía ese físico impresionante de, por ejemplo, José Carlos Ruíz, que con su mirada impacta la pantalla y define el ser mexicano. Mi cara es de mexicano, pero no es cinematográfica. Mi figura no impacta en el cine. Saberlo me deprimió horriblemente. Me llevó al alcoholismo muy pronto. Lo entendí después, pero en ese momento me frustró de manera terrible.
José Antonio Fernández: ¿Cuánto tiempo insististe en ser actor de cine? Humberto Vélez: Muchos años. Hasta 1985. Fui a cualquier cantidad de castings y no tuve suerte. Ellos buscan gente con impacto inmediato. Aclaro que no le echo la culpa a la gente del cine. Quizá yo no tenía la suficiente educación actoral o no sabía hacer bien las cosas en ese momento. A pesar de haber estudiado, era más mi entusiasmo por el cine que mi preparación verdadera. Yo no le echo la culpa a nadie ni tampoco soy de los que digo que el país no me hizo justicia. Si yo no logré hacer cine, fue porque yo no podía y no porque los directores fueran tontos y no lograran ver mi talento. Hoy todo esto me queda claro, pero en ese tiempo sí pensaba que el país estaba muy idiota. Hoy sé que esa explicación era falsa.
José Antonio Fernández: ¿Qué camino buscaste para seguir con tu sueño de ser actor? Humberto Vélez: Me fui por el camino del desarrollo de mi voz. Empecé a trabajar en Radio Educación, que en esos tiempos era muy buena. Estaba en auge la radio cultural. Ahí transmitíamos programas con Chava Flores, Amparo Ochoa, Tehua y con actores de la talla de Héctor Bonilla. También trabajé en el Imer (Instituto Mexicano de la Radio) y en Televisión Educativa, que también entonces tuvo un boom de producción con programas interesantes y bien hechos. A pesar de que yo me abría camino en la radio y la televisión cultural, de todas maneras yo seguía presentándome todos los días en los Estudios Churubusco y en Televisa. Me iba en bicicleta, como lo sigo acostumbrando hasta hoy (aunque tengo auto).
José Antonio Fernández: ¿Vivías solo? Humberto Vélez: No, yo me he casado tres veces.
José Antonio Fernández: ¿Qué pasó con tu crisis personal y con el alcoholismo? Humberto Vélez: Se fue ahondando, porque sentí una frustación al no poder haber hecho ni cine ni televisión comercial. Para mí era un fracaso estar en la radio y la televisión cultural. Sentía que estaba ahí porque no la había hecho en el medio comercial. Mi alcoholismo era brutal. El peor momento fue cuando acabé bebiendo todos los días, mañana, tarde y noche, durante más de seis meses. Un día de mayo de 1995 me dio delirium tremens, y entonces fue cuando dejé de beber.
José Antonio Fernández: ¿Qué viste cuando te dio el delirium tremens? Humberto Vélez: El delirium tremens es cuando ves arañas y elefantes encima de tu cama. Es cuando no controlas ni lo que ves, ni lo que dices y tampoco lo que haces, pero estás perfectamente consciente de lo que te está sucediendo. Es un sufrimiento espantoso porque te das cuenta que ya te mataste neuronas y que el próximo paso es la locura. Por fortuna para mí, esa misma conciencia del momento horroroso que estaba yo viviendo, fue la que me hizo echarme para atrás ese mismo día y me prometí no volver a beber nunca. Con el debido respeto que tengo de los grupos de Alcohólicos Anónimos, decidí hacer caso omiso de su método del Sólo por hoy, y yo dije: nunca más. Llevo más de diez años cumpliendo el nunca más. A través de la madurez que da el tiempo he aprendido que mi compromiso es demasiado grande, que los doble A (Alcohólicos Anónimos) tienen razón al pensar que no se puede hacer un compromiso a tan largo plazo. Por eso, ahora mi compromiso lo hago cada día, al igual que ellos, y quizá hasta más de corto plazo. Si hoy me ofrecen una cerveza, simplemente digo que no, y esa no me la echo. Lo que me da otros tres días para vivir libre de la tentación de la bebida. Sé que el alcoholismo no abandona nunca y que es necesario resistir.
José Antonio Fernández: ¿Armaste un estudio de audio en los ochentas? Humberto Vélez: En 1985, cuando mi alcoholismo llegó a todo lo que daba, monté un estudio de grabación. A pesar de que yo era el dueño del estudio y que estaba felizmente casado, insistía en ser actor de cine. Compré esa idea, y viví años pensando en que si no era actor de cine, no era nadie. Creí que debía ser estrella, ganar mucho dinero y ser famoso. Como las cosas no eran así, yo vivía frustrado. Por años le hice caso a otros, no a mí. Hoy sé que una persona debe hacer lo que quiere, aunque a los demás les parezca que eso que a tí te gusta sea mediocre o tonto. Estoy convencido que debemos enseñar a los niños a ser más introspectivos y a tener más confianza en lo que ellos piensan y quieren.
José Antonio Fernández: ¿Cómo es el medio del doblaje de voz en México? Humberto Vélez: El doblaje es un microcosmos que refleja fielmente cómo es México. En esta industria del doblaje estuvimos mucho tiempo como el PRI: durante años fuimos los únicos. En México se doblaban al español casi todas las series producidas en Estados Unidos y Europa. Después de ser los únicos pasamos a ser los mejores, lo digo con ironía, y luego nos sacaron de Los Pinos (hago la analogía), y ahora, en vez de ponernos a chambear, nos dedicamos a darnos patadas unos a otros para tratar de explicar quién tuvo la culpa de que ya no estemos en Los Pinos. Mientras tanto, las empresas de doblaje nos ven desde lejos, hacen hoy lo que ellas quieren y se siguen hinchando de dinero. Tal y como sucede entre México y los países más avanzados. Las empresas, como el gobierno en México, están sólo preocupados por la macroeconomía, cuyo resultado es que hay 5 hombres muy ricos mientras el resto va resolviendo sus cosas como puede. Cuando la fórmula tendría que ser educar a todos de a deveras, para hacer un país fuerte. Te aseguro que con educación, la macroeconomía sería mejor. Así lo hacen los países de mayor desarrollo. Pero si cuando te va bien te pones a hacer lo que te da la gana y no lo que tienes que hacer, entonces te metes en problemas. Eso pasó con el doblaje. El PAN y el PRD (los adversarios del PRI) del doblaje, son países como Venezuela y Chile. Vieron el mercado, empezaron a doblar y se convirtieron en una opción. En los años noventa se fortalecieron los sudamericanos y nuestro doblaje se fue al demonio.
José Antonio Fernández: ¿Sigue habiendo crisis en la industria del doblaje en México? Humberto Vélez: Claro, y no tenemos unidad.
José Antonio Fernández: ¿Cuál ha sido el peor momento de la industria del doblaje en México? Humberto Vélez: Este. Hace dos años se perdieron Los Simpson y siete series más. Fuimos los dueños de la serie más exitosa de todos los tiempos, nosotros mismos nos la quitamos y ahora nuevamente se hace en México. Es increíble, pero la peleamos entre nosotros, la perdimos y la ganamos. Te lo digo más claro: nosotros peleamos con nosotros mismos.
José Antonio Fernández: ¿Cómo se da ese pleito entre ustedes mismos? Humberto Vélez: Se da entre la empresa y el trabajador. En vez de negociar para llegar a un acuerdo, ambas partes se fijan en su posición, tal cual lo hacen nuestros políticos, y nadie cede un centímetro. El resultado es no llegar a nada.
José Antonio Fernández: En el caso específico del pleito por el doblaje de Los Simpson, ¿qué quería la empresa de doblaje? Humberto Vélez: La compañía quería quitar del contrato laboral la cláusula de exclusividad, que tenía 40 años de vigencia. Esa cláusula decía que sólo los trabajadores de la ANDA (Asociación Nacional de Actores) podían trabajar en esa empresa (Grabaciones Internacionales y Doblajes, S.A. de C.V.).
José Antonio Fernández: ¿Crees que la empresa tenía razón el querer quitar esa cláusula de exclusividad de la ANDA? Humberto Vélez: Al menos creo que podría haber sido negociable. Para empezar, preguntarles por qué querían quitar la clásusula. Escuchar sus razones y, sí tenían razón, había posibilidad de negociar algo a cambio, como un sueldo mejor. Hoy debo decirte que yo creo que tenían razón. Desde 2003, dos años antes del pleito, de hecho, de facto, en esa empresa la cláusula de exclusividad no operaba en la realidad. Ellos contrataban dobladores de la ANDA y también a otros que no pertenecían a la ANDA. Para 2005, el 40 por ciento de los doblistas que trabajaban en esa compañía, no eran asociados de la ANDA. Lo que ellos querían era claro: formalizar la realidad y por eso su objetivo era que no apareciera más la cláusula de exclusividad en la renovación del contrato con la ANDA. No era descabellado el pleito, pero las posiciones se radicalizaron. Era la época del todo o nada. Del "de aquí no me muevo y yo tengo la razón al cien por ciento". Del "yo pienso y tú eres el pendejo". En 2005 estuvo de moda esa necedad política. Y aclaro que con esto no estoy diciendo que López Obrador no haya ganado. No lo sé. La mitad piensa que sí y la otra mitad que no. Yo le concedo a la mitad el beneficio de la duda. Yo mismo dudo. En nuestro caso, el de Los Simpson, debimos sentarnos a platicar entre nosotros y con la empresa, y no hacer huelga.
Jose Antonio Fernández: ¿Platicaron con la empresa antes y durante el conflicto? Humberto Vélez: Muy poco. Las posiciones se radicalizaron muy rápido. La empresa se negó a dar algo a cambio de que quitarámos la cláusula de la exclusividad, y la ANDA también se negó a recibir algo a cambio. Cuando nos reuníamos, y te lo digo porque yo era uno de los asistentes a las mesas, una parte preguntaba: "¿ya lo pensaron?" Y la otra respondía: "sí, y seguimos en lo mismo". Entonces la otra parte preguntaba: "¿y ustedes?" Y la respuesta era: "sí, ya lo pensamos y también seguimos en la misma posición". La reunión se terminaba de manera inmediata. No había más conversación. Nunca entendí la posición ni de uno ni de otro. Así de fácil. Yo abandoné la lucha y me gané una mala reputación entre mis compañeros. Muchos de ellos me dicen traidor.
José Antonio Fernández: ¿Te consideras traidor? Humberto Vélez: Abandonar la lucha de los compañeros, fue una traición. Sin embargo, mi abandono tuvo razones. No los entendía ni compartía sus razones ni sus métodos y metas. Yo no puedo ser inflexible.En ese pleito utilizaron mi mono (Homero) y mi trabajo como bandera. Lo que fue estúpido. La bandera debió ser la ANDA.
José Antonio Fernández: ¿Por qué te pareció estúpido que tomaran como bandera tu trabajo con Los Simpson? Humberto Vélez: Pensaron que yo era insustituible. Yo jamás lo pensé así, y se los dije en su momento. Además, yo no soy Homero Simpson. Muchas veces les dije que me iban a quitar. Pero ellos insistían una y otra vez que yo era insustituible y que la empresatendría que negociar a huevo. También les dije una y otra vez que nadie es insustituible. Que el pleito ya era una necedad.
José Antonio Fernández: Cuando sucede la crisis, en el 2005, tú vivías una etapa distinta en tu vida y estabas en un gran momento como doblador. Homero Simpson es el personaje mejor doblado de los últimos 20 años. Y lo subrayo: es el mejor doblado de los últimos 20 años. Es una gran creación. Te puedo decir más de 10 personajes muy bien doblados de los setentas, empezando por Pedro Picapiedra, Benito Bodoque, Kojak, Manix, El Fugitivo y el Doctor Kildare. La lista es larga. Hoy son pocos los personajes que tienen un gran doblaje. Con Homero lo conseguiste, hiciste una creación de voz extraordinaria y yo te doy aquí ese reconocimiento. Humberto Vélez: Era un muy buen momento para mí, y no enloquecí. Yo quería separar a mi personaje del pleito, porque una cosa era la clásusula de exclusividad y otra muy distinta mi doblaje de Homero. Nada tenían que ver. Un partido político, que no diré cual, me llamó a la Cámara de Diputados. Me recibió un diputado. Me dijo que me apoyaban para lanzarme en contra de la empresa pero que yo me pusiera al servicio del partido. Según él, me resolverían el problema a nivel internacional. Dijo que harían una demanda a la Fox y que nos ganaríamos una buena lana todos.
José Antonio Fernández: ¿Quién te lo dijo? Humberto Vélez: No te lo diré, porque no tengo pruebas de que me lo haya dicho. No hay ninguna grabación de ese día, por lo que no llevaría a nada que te revelara el nombre. Sin embargo, sí te lo cuento para que veas a qué grado de confusión llegó el pleito. Era una locura. Ya no tenía sentido. Por supuesto, le contesté que no quería ser rico por una demanda, que mi objetivo era seguir trabajando como actor de doblaje y punto, que yo no deseaba ningún escándalo. En verdad, no me imagino llegando en un Cadillac a ningún lado. |
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